El lenguaje, como muchas otras capacidades y funciones valiosas de las que disponemos, presenta paradojas de entendimiento. Si además nos encontramos en un marco tecnológico, y más concretamente de software, el significado de las palabras a menudo se acomoda al conocimiento o deseo propios, dando lugar a conceptos distintos en las mentes de quien emite y quien recibe.
Algunas de las palabras o expresiones más susceptibles de esta paradoja son integración, facilidad de uso y, cómo no, verticalización. Por ello me pregunto qué entendemos por verticalizar, en qué debería consistir la verticalización de un software y, sobre todo, qué es lo valioso de disponer de software de gestión empresarial verticalizado.
Entiendo verticalizar como hacer accesible, y hacer algo accesible o más accesible es adaptarlo más y/o mejor a la capacidad de los usuarios. Aquí la capacidad hace referencia a la capacidad de entendimiento para quien consulta la aplicación, y capacidad de entendimiento y de ejecución para quien consulta y edita.
El concepto más tradicional de verticalización es aquel que permite ejecutar algo teniendo que decidir poco, casi nada, o nada (el programa lo hace solo). No creo que haya ningún profesional que presuma de que su trabajo consiste en presionar teclas para que un programa lo haga todo solo, más bien lo contrario; cada uno tendemos a magnificar la importancia de lo que hacemos, a señalar las continuas decisiones que tenemos que tomar, y la importancia de las mismas.
Y qué decir de las empresas. Qué proveedor de software no escucha permanentemente por parte de sus clientes o prospects, tras mostrarles especialización en un tema o sector, que eso está muy bien pero que lo suyo es diferente; “que eso no les vale así, que necesitarían algo específico, adaptado a medida…”
¿Cómo se puede dar una solución vertical a problemas que se manifiestan como singulares? Como dice un buen amigo, es querer comprar una merluza grande que pese poco.
Para mí la verticalización es lenguaje común y capacidad de adaptación de los procesos; adaptación a las organizaciones, a las funciones, a los roles. Es la adaptabilidad el valor, no la verticalidad.
Verticalización conceptual es lo que se necesita, y no verticalización funcional. Un software vertical es un software adaptable, más que adaptado; con lógica de negocio, lógica de función o lógica de rol. Y para construir eso hay que saber, y mucho.
Otra de las cosas que suele pasar desapercibida es que, por supuesto, la verticalización presente no puede ser rigidez futura, la perfección de hoy no puede ser a costa de la inadaptación del mañana. De eso saben mucho los usuarios que consideran que “ya les vale lo que tienen verticalizado”, cuando deberían decir “lo que tengo no sirve junto a lo nuevo que necesito”.
La respuesta está en el conocimiento más la tecnología. El conocimiento es, entre otras cosas, suma de experiencias; la tecnología es, sin duda, SOA (Arquitectura Orientada a Servicios).
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